De la tristeza al gozo
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Saludo. Explicar Vigilia 28MAR.
Josué 1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Lucas 18 Ciego bartimeo mendigando
En este pasaje, Jesús habla a sus discípulos sobre su inminente partida y cómo experimentarán tristeza al perderlo, pero promete que esa tristeza se transformará en gozo. Les asegura que su dolor pronto se convertirá en alegría a través de la llegada del Espíritu Santo y la victoria que Él ha alcanzado.
Concretamente, hoy abordaremos tres aspectos muy importantes de este pasaje: 1) La tristeza se convertirá en gozo. 2) Podemos orar en el nombre de Jesús. 3) Jesús ha vencido al mundo
Oro, que podamos vivir aceptando estas verdades, cada día. Oremos
1. La tristeza se convertirá en gozo (16-22)
1. La tristeza se convertirá en gozo (16-22)
16 Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. 17 Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?
Al final del diálogo en el aposento alto, Jesús dijo: "Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis" (16). Las palabras de Jesús desconcertaron a sus discípulos y se preguntaban entre ellos: "¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla" (18). Las enigmáticas palabra de Jesús, "un poco de tiempo", los confundió. Sin embargo, hoy en día también los estudiosos de la biblia se preguntan sobre su significado exacto.
Los discípulos presentían que algo grande se avecinaba muy pronto. Estaban temerosos y confundidos. Tenían preguntas urgentes para Jesús, pero no se las preguntaron directamente para no enfrentarse a una sorpresa desagradable. Jesús vio sus dudas, es un pastor que comprende nuestros corazones atribulados. Pero no difrazó las dificultades que tendrían que enfrentar.
En el v.20 Jesús les dice “lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo”. Lo cierto era que llorarían y se lamentarían, mientras que el mundo celebraría sus penas. Pero este no es el final de la historia. Hay un gran cambio. Jesús dijo: "vuestra tristeza se convertirá en gozo". Este gran cambio está directamente relacionado con la muerte y resurrección de Jesús. El mundo impío creería haber destruido finalmente a Jesús y se alegraría. La esperanza de los seguidores de Jesús quedaría destrozada. Esto causaría un sufrimiento insoportable, pero el gozo que le esperaba.
La historia de Job es un recordatorio vivo de que la tristeza puede dar paso al gozo. Job perdió todo: su familia, bienes y salud. A través de sus quejas y su dolor, nunca perdió su fe. Al final, Dios restauró sus bendiciones y le dio una vida aún más abundante. Al igual que Job, nuestras dificultades pueden transformarse en oportunidades para experimentar la fidelidad de Dios y estar gozosos.
Finalmente, salió triunfante, venciendo a la muerte mediante su resurrección. Mediante la resurrección de entre los muertos, ¡la tristeza de Jesús se convirtió en alegría! Jesús usa la ilustración de una mujer dando a luz: los dolores de parto son muy intensos. Una mujer embarazada se angustia al acercarse el parto, pero la angustia pronto da paso a la alegría. De igual manera, cuando los discípulos conocieron a Cristo resucitado, su dolor se convirtió en alegría. Esta alegría proviene de Cristo resucitado.
El evangelio de Jesús habla de un gran cambio: de la muerte a la vida; del dolor a la alegría. ¿Cómo es esto posible? Porque Jesús venció la muerte mediante el poder de su resurrección. Él puede tomar tu tristeza y convertirla en alegría. Él da de acuerdo a Isaías 61:3 "gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado”. Él toma lo humilde y lo embellece. Jesús promete un hermoso resultado: una alegría que el mundo no puede arrebatar. Nuestra vida cristiana se caracteriza por la alegría en Jesús. Esta alegría no depende de nuestras circunstancias. La fuente de la alegría es Jesús. Cuando encontramos a Jesús resucitado a través de la Palabra y la oración, nuestras penas y preocupaciones se convierten en alegría. De manera que no hay razón para vivir una vida triste y sin alegría, ni siquiera en medio del sufrimiento.
El evangelio de Jesús ofrece una perspectiva maravillosa sobre el sufrimiento. Cuando los apóstoles fueron perseguidos y azotados, no se desanimaron, sino que se regocijaron “porque habían sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hch 5:41). No es que las aflicciones sean gozosas, sino que nos alegramos por Jesús. El apóstol Pablo, quien pasó por muchas dificultades, dijo en Romanos 8:18 testifica de esto: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.
En el reino de Dios, todos los dolores serán completamente absorbidos por la gloria. Esta gloria puede transformar cualquier tristeza o sufrimiento en alegría en nuestras vidas. ¡Alabado sea Jesús, quien toma nuestras tristezas y las transforma en alegría! ¿Experimentas este gozo? ¡Que Dios nos ayude a estar llenos de gozo en Jesús!
2. Podemos orar en el nombre de Jesús (23-28)
2. Podemos orar en el nombre de Jesús (23-28)
23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Este gozo desbordante está estrechamente relacionado con la oración en Jesús. En el discurso del aposento alto, Jesús enseña repetidamente sobre la importancia de la oración en diversos momentos. Si descuidamos nuestra vida de oración, no podemos experimentar el verdadero gozo en Jesús. Sin oración, la vida cristiana se convertirá en una carga sin alegría.
La oración en el nombre de Jesús produce plenitud de gozo, porque la oración es el centro de nuestra comunión con Jesús”. Él nos recuerda que gracias a la oración, tenemos acceso constante al Padre.
Jesús nos invita a la oración: “todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Pedid, y recibiréis”. Aquí Jesús enfatiza una nueva dimensión de la oración, es decir, orar en el nombre de Jesús. Dios nos concederá todo lo que pidamos en el nombre de Jesús. ¡Wow! ¡Qué promesa! Cuando oramos, solemos terminar nuestra oración diciendo: "En el nombre de Jesús", ¿verdad? Pero, ¿Qué significan esas palabras? Sin duda, es más que un indicador de que la oración ha terminado y podemos abrir los ojos.
¿Qué significa orar "en el nombre de Jesús"? Significa orar con la autoridad de Jesús. Específicamente, significa que primero, venimos a Dios, confiando en el mérito perfecto de Jesús; segundo, oramos como representantes de Jesús para su reino. El nombre de Jesús tiene la autoridad de concedernos acceso directo a Dios. En el Antiguo Testamento, las personas no tenían acceso directo a Dios debido a su pecado. Cuando Dios se reveló en su santidad, no era accesible. Las personas tenían miedo de que Dios les hablara directamente. Por lo tanto, los sacerdotes eran necesarios para acercarse a Dios. Pero en el nombre de Jesús, podemos acercarnos a Dios libremente. Esto significa que oramos confiando en la justicia de Jesús, quien quitó nuestros pecados mediante su sacrificio.
En la antigüedad, los reyes solían sellar documentos con un anillo para otorgarles autoridad. Cuando Jesús nos invita a orar en Su nombre, es como si nos diera ese anillo real. Al hacerlo, no estamos solo hablando, sino que nuestras palabras tienen el peso de Su autoridad. Oremos con esta confianza, sabiendo que hablamos en nombre de Jesús.
Ahora bien, Jesús no necesita transmitir nuestras oraciones al Padre, “el nombre de Jesús” es como la clave de acceso al cielo. No somos hackers, sino usuarios autorizados. En Jesús, estamos autorizados a tener pleno acceso a Dios Padre, quien es la fuente infinita de vida y amor. ¿Cómo obtenemos estos increíbles privilegios? Es porque Dios nos ama. Jesús dice: “el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios” (27). ¿Significa esto que debemos amar a Dios primero para tener acceso a él? No. Dios nos amó primero al enviar a su Hijo único para quitar nuestros pecados y todo lo que tenemos que hacer es corresponder a ese amor. Es por la fe que recibimos este amor. Vivimos en una íntima relación de amor con Dios al creer en Jesús como nuestro Salvador.
Así que, cuando crees en el nombre de Jesús, le entregas tu vida y te conviertes en hijo de Dios (Jn 1:12). En Jesús, Dios está tan cerca que podemos llamarlo Abba Padre. Somos sus hijos e hijas amorosos. Puede que sientas que no eres lo suficientemente bueno. Pero en Jesús, podemos acercarnos al trono de la gracia de Dios con confianza. Podemos acercarnos a Dios con valentía tal como somos . Leamos Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
¿Ves ahora qué maravilloso regalo se nos ha dado? Se nos concede pleno acceso al Padre en el nombre de Jesús. No necesitamos vivir como huérfanos en este mundo. Tenemos muchas cosas de qué preocuparnos, pero no necesitamos vivir en ansiedad ni desesperación. ¡Podemos orar en el nombre de Jesús! Que Dios siga despertando la oración ferviente entre nosotros. Cuando oramos en el nombre de Jesús, oramos para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Jn 14:13). Cuando oramos en el nombre de Jesús, oramos como representantes de su reino. Cuando oramos en el nombre de Jesús, Dios nos da visiones que van más allá de nuestras capacidades humanas. Y cuando Dios responde a nuestras oraciones, podemos experimentar un gozo desbordante, porque Dios mismo nos respondió. ¡Alabado sea el nombre de Jesús!
3. Jesús ha vencido al mundo (29-33)
3. Jesús ha vencido al mundo (29-33)
Cuando Jesús se dirigió a los corazones atribulados de los discípulos, sintieron como si se despejaran las nubes oscuras. Dijeron: 29 He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios (29-30). Wow Gracias a la paciente conversación de Jesús, crecieron en comprensión y fe. ¿Cómo respondió Jesús? Dijo: ¿Ahora creen? Jesús se alegró de su fe, pero añadió: He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo (32).
Era demasiado pronto para celebrar su fe, pues necesitaban una revisión de la realidad. Jesús sabía cómo fracasarían y se dispersarían. Él nos conoce en nuestros momentos buenos y malos. ¿Le temes al fracaso? Es reconfortante darnos cuenta de que nuestro fracaso no sorprende a Jesús. La belleza de Jesús reside en que, si bien conoce todos nuestros defectos y fracasos, no nos reprende. En cambio, ve más allá de nuestros fracasos y nos da promesas y ánimo.
Veamos el v.33: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Hasta aquí, Jesús habló de su partida y de las dificultades que se avecinaban. ¿Por qué? Para aliviar sus corazones atribulados (ansiedad y miedo).Jesús quería que tuvieran paz en él. La paz que Jesús nos concede es como la corriente profunda de un océano, que no se ve afectada por las pequeñas olas ni las olas superficiales. Jesús dijo: «En este mundo tendrán aflicción». El Evangelio de Juan no enseña un discipulado superficial ni la paz del mundo. Si pertenecemos a Jesús, no debemos esperar una vida fácil y cómoda en este mundo. Numerosos cristianos primitivos pasaron por dificultades y duras pruebas debido a su fe.
Vivimos en una cultura donde existen muchas maneras de evitar el sufrimiento, incluso muchos cristianos han excluido el sufrimiento de su comprensión de la vida cristiana. Pero no hay forma de evitar las tribulaciones, las pruebas ni las tristezas en este mundo. De hecho, estamos destinados a ellas. 1 Tesalonicenses 3:3 a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos. Pero aunque los cristianos tomamos el sufrimiento en serio, no somos derrotistas ni fatalistas. Asumimos los sufrimientos por amor a Cristo.
Históricamente, el cristianismo floreció en tiempos de persecución. Los creyentes que eran amenazados se unían en oración y recordaban que ‘Cristo ya ha vencido’. Su fe en medio de la adversidad es un poderoso testimonio de que, aunque enfrentamos pruebas, podemos levantarnos con el valor que Jesús nos da. Él ha vencido al mundo y nos ha prometido estar siempre con nosotros.
Tenemos una sólida razón para tener una confianza gozosa porque Jesús ha vencido al mundo. El verbo “vencer” es un término militar y se refiere a la “victoria en la guerra”. Nótese el tiempo perfecto: “Yo he vencido al mundo”. Esto significa que Jesús ya ha vencido al mundo. Él proclamó esta victoria incluso antes de su crucifixión y resurrección. Con este sentimiento de victoria, Jesús fue a la cruz. Mediante su muerte y resurrección, Jesús derrotó al diablo. Vivimos en un campo de batalla. Todos luchan. Pero no luchamos por la victoria; más bien, luchamos desde la victoria. A veces, el pueblo de Dios es sometido al fuego. Podemos tener miedo de ser vencidos por el poder de las tinieblas. Pero vencemos al mundo, «porque el que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo» (1 Jn 4:4). Jesús vive en nosotros por medio del Espíritu. El poder de las tinieblas no es rival para Jesús.Ni el poder de las tinieblas ni las armas mundanas prevalecen. Estamos aquí, en la victoria de Jesús.
La palabra de hoy nos enseña que, aunque pasemos por tribulaciones, Dios está presente en nuestras luchas y las transformará en gozo. Nos invita a confiar en Él, recordando que la resurrección de Cristo es nuestra fuente de esperanza.
En resumen, vimos que
1) La tristeza se convertirá en gozo
2) Podemos orar en el nombre de Jesús
3) Jesús ha vencido al mundo
El pasaje de hoy muestra el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte. La tristeza de la cruz se convierte en la alegría de la resurrección, lo que significa que, a través de Cristo, incluso nuestras tragedias pueden ser transformadas en triunfo. La promesa del Espíritu Santo es el cumplimiento de la promesa del Padre y muestra cómo Cristo sigue trabajando en nosotros incluso después de su ascensión.
La tristeza momentánea de los creyentes es transformada en gozo permanente por la obra redentora de Cristo y la ministración del Espíritu Santo.
APLICACIONES
1) De la tristeza al gozo
En el Salmo 30:5 se nos recuerda que el llanto puede durar una noche, pero la alegría viene por la mañana. Una madre estaba devastada por haber perdido a su hijo, sumida en un profundo dolor. Con el tiempo, encontró esperanza al ayudar a otros a sanar su duelo. Su tristeza se transformó en gozo al ver cómo su experiencia se convirtió en luz para quienes sufrían. Dios puede tomar nuestro dolor y con el tiempo, transformarlo en un testimonio de alegría y redención.
Si te sientes abrumado por la tristeza, recuerda que Dios promete transformar nuestro dolor en gozo. Medita diariamente en la palabra con gratitud, enfocándote en tres cosas diarias por las que estés agradecido. Esto te ayudará a ver las bendiciones que pasan desapercibidas y a cultivar un espíritu de gozo en medio de la adversidad.
En nuestra vida, antes de conocer a Jesús, vivíamos en la tristeza del pecado. Con momentos de alegría, pero llvando una vida que llevaba a camino de muerte. Pero al llegar a los pies de Cristo, recibimos vida y cambia esa tristeza en gozo. ¡Alabado sea Jesús, quien toma nuestras tristezas y las transforma en alegría!
2) No descuides la oración
La Biblia nos dice en Filipenses 2:10 que en el nombre de Jesús, toda rodilla se doblará. Cuando usamos el nombre de Jesús en oración, no solo hablamos, orar con fe tiene el poder de cambiar todo a nuestro alrededor, brindándonos esperanza y fortaleza en los momentos difíciles.
Si te sientes estresado, atribulado o desanimado, recuerda que orar en el nombre de Jesús puede ser tu refugio. Ora frecuentemente, pidiendo paz y entendimiento. No permitas que tus múltiples ocupaciones, estén por encima de priorirades y sacrifiques el tiempo de oración.
¿Qué te preocupa? ¿Te preocupa tu futuro? ¿Las exigencias de los estudios? ¿Pagar préstamos escolares o retos profesionales? ¿La tensión generacional en la comunidad y la sociedad? ¿Problemas de salud? ¿Tu ministerio o problemas familiares? ¿Crisis emocionales? Ora en el nombre de Jesús.
3) Jesús es poderoso vencedor
Cuando nosotros enfrentamos dificultades, podemos sentir que estamos solos. Pero recordemos que Jesús enfrentó el mayor desafío en la cruz, venciendo el pecado y la muerte. En esos momentos de desánimo, recordemos que el mismo poder que resucitó a Jesús está en nosotros. Esta verdad puede infundirnos fuerza para enfrentar nuestras luchas con fe, sabiendo que la victoria ya ha sido ganada por Él.
Puede que haya circunstancias que te desanimen o debiliten tu fe. Recuerda que Jesús ha vencido al mundo. Recuerda la victoria de Cristo. Sé un agente de paz hablando con amor y respeto, tratando de entender a los demás y compartiendo tu fe cuando surja la oportunidad, reflejando el carácter de Cristo.
En Jesús, no somos perdedores; somos más que vencedores (Ro 8:37). Porque nos mantenemos firmes en la victoria de Jesús, podemos participar en la guerra espiritual con la confianza de la victoria. Esperemos y experimentemos la victoria en Jesús cada día.
Agradezco a Dios por esta palabra, que ha cambiado mi tristeza en gozo y que por medio de Jesús, me permite tener acceso a él directamente.
Oro, que durante la semana podamos meditar más profundamente en esta palabra.
Leamos una vez más el VC.
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