El camino de la sumisión a Dios.
Caminos a la felicidad • Sermon • Submitted
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En esta serie “Los Caminos a la Felicidad”, hemos hablado de la felicidad a través de servir, de ser agradecidos, y de ser pacificadores o hacedores de paz.
Hoy hablaré sobre “El camino de la sumisión a Dios”, o la felicidad a través de la sumisión a Dios.
Oración y Lectura.
Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes.
»El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
El ladrón es el diablo; él quiere robarnos la felicidad para que vivamos vidas miserables, amargadas, y tristes. La manera en que lo logra es tentándonos para que no nos sometamos a Dios o que desobedezcamos a Dios.
La sumisión a Dios es el principal camino a la felicidad. Si hacemos lo que Dios dice, seremos bienaventurados o felices. En una de las bienaventuranzas, el Señor dijo:
“Felices aquellos que han sido perseguidos por hacer lo correcto, pues de ellos es el reino de los cielos.” Mat 5:10
“hacer justicia o hacer lo correcto” es someterse a la voluntad de Dios, hacer lo que Él dice y aceptar lo que Él hace.
Para ser felices a través de la sumisión a Dios, lo primero que tenemos que reconocer es que Él es soberano.
Dios es soberano.
Dios es soberano.
La soberanía de Dios es el absoluto derecho que Dios tiene para hacer todas las cosas como a Él le plazca.
Como dice la frase de Don Quijote, “no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de Dios”.
El Hidalgo quería decir que todo lo que sucede en este mundo es porque esa es la voluntad de Dios, ya sea directiva o permisiva.
La Biblia dice que “no cae un pajarito a tierra si el Dios no lo permite” (Mat 10:29)
Es soberano sobre la creación.
Es soberano sobre la creación.
Su soberanía está basada en el hecho de que Él es Dios y Él es el Creador y Sostenedor de todo lo que existe.
El primer verso de la Biblia y el último libro de la Biblia declaran categóricamente que Dios es el Creador:
En el principio Dios creó los cielos y la tierra
«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas».
Solamente el hecho de ser el Creador es suficiente para que Él merezca la sumisión del hombre.
Este mundo ya hubiera desaparecido si Dios no lo sostuviera:
Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.
Dios es soberano sobre la Creación porque Él la creó y la sostiene.
Es soberano sobre la vida humana.
Es soberano sobre la vida humana.
En Jer 3:14, el Señor le dice al pueblo: “Volved, hijos infieles, porque yo soy vuestro dueño...”
¡Dios es quien da la vida y quien la quita! Él es nuestro dueño.
Podremos tener los mejores médicos, las mejores medicinas, y las más grandes ganas de vivir, pero no viviremos ni un minuto más del que Dios quiera darnos.
La mayoría de veces hacemos planes como que si nuestra vida dependiera de nosotros; como dice Santiago:
Oigan ahora, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia». Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Dios hace con el hombre lo que Él quiere. Dios es quien pone y quita reyes; Él es quien levanta o derriba al hombre.
Y no es que Dios sea caprichoso o haga uso de Su soberanía de manera arbitraria, el ejercicio de Su soberanía siempre va de acuerdo con Su carácter. Es por el simple hecho que Él es Dios.
Si tan solo entendieramos y aceptaramos que Dios es soberano, no tendríamos dificultad en someternos a Su voluntad y aceptaríamos, con agrado, las cosas que Él hace o permite que sucedan en nuestra vida.
Cuando nos sometemos a Su soberanía, dejamos de disputar con Dios sobre “¿Por qué hizo o permitió esto?”
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
La sumisión o aceptación de Su voluntad elimina la negatividad y el disgusto de nuestro corazón, y nos predispone a estar felices con lo que Él hace en nosotros.
Lo segundo que tenemos que reconocer para ser felices a través de la sumisión a Dios es que Dios nos ama.
Dios nos ama.
Dios nos ama.
“En verdad, Él ama al pueblo;”, le dijo Moisés a los Israelitas. (Deu 33:3)
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
“Nos amó antes que nosotros le amaramos” ( 1 Jua 4:19)
Nos ama más que nadie.
Nos ama más que nadie.
Muchas veces estamos de acuerdo con esta verdad intelectualmente, pero en la práctica parecemos olvidarlo.
Dios te ama más que tus padres, más que tus hijos, más que tus hermanos, más que tus amigos, y más que tus pastores. ¡Su amor es incomparable!
Su amor tan grande fue demostrado dando a Su Hijo:
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
No debe haber ni la menor duda de su amor por nosotros y que todo lo que hace y permite es para nuestro bien.//
Nos conoce mejor que nadie.
Nos conoce mejor que nadie.
Dios no solo es soberano, sino también omniciente, ¡Él lo sabe todo!
Él conoce tus necesidades físicas y emocionales, tus tristezas, tus debilidades y fortalezas, tus anhelos, y tus planes. Pero también conoce el futuro y los planes que Él tiene para ti.
“¡Nadie me comprende!”, dicen algunos. Dios te comprende completamente, porque Él te conoce.
¿Tú buscas lo mejor para las personas que amas? Me imagino que sí. Si no es así, es que no las amas.
Entonces, si Dios nos ama más que nadie y nos conoce mejor que nadie, ¿No es lógico pensar que Él busca lo mejor para nosotros? ¡Por supuesto!
Busca lo mejor para nosotros.
Busca lo mejor para nosotros.
Todo lo que Él manda, todo lo que Él hace, y todo lo que Él permite que suceda, siempre es lo mejor para nosotros. Talvez no lo comprendamos, pero sabemos que Él quiere lo mejor para nosotros.
Quizás las cosas de la vida no sucedan como esperamos o queremos; quizás lo que nosotros creemos que es lo mejor, no sea lo mejor; ¿Por qué? Porque no podemos ver el futuro y no nos amamos como Dios nos ama.
Pero todas las cosas que suceden, agradables o desagradables, Dios, en Su amor, las usa para nuestro bien:
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito.