El Cristo Colosal, Colosenses 1:15-20
Introducción:
El Supremo Soberano del Universo, vs: 15-17.
Los falsos maestros estaban muy confusos en cuanto a la creación. Ellos enseñaban que la materia es pecaminosa, aun el cuerpo humano. También enseñaban que Jesucristo no tuvo cuerpo real, ya que ello lo pondría en contacto con la materia pecaminosa. Los resultados de estas falsas enseñanzas fueron trágicos; por un lado produjeron el ascetismo extremo y por el otro el libertinaje. Después de todo, si tu cuerpo es pecaminoso, o lo disfrutas o lo esclavizas.
El uso que Pablo hace de las tres diferentes preposiciones es una manera de refutar la filosofía de los falsos maestros. Por siglos, los filósofos griegos habían enseñado que todas las cosas necesitaban una causa primaria, una causa instrumental y una causa final. La causa primaria es el plan, la causa instrumental el poder, y la causa final el propósito. Cuando se trata de la creación, Jesucristo es la causa primaria (él la planeó), la causa instrumental (él la hizo) y la causa final (él la hizo para sí mismo).
Un guía acompañaba a un grupo de personas por un laboratorio atómico y les explicaba cómo toda materia está compuesta de partículas eléctricas en constante movimiento rápido. Los visitantes estudiaban los prototipos de moléculas y se asombraban al saber que la materia está compuesta principalmente de espacio. Durante el intervalo, un visitante preguntó: “Si ésta es la forma en que trabaja la materia, ¿qué la mantiene unida?” El guía no tuvo respuesta para esto.
Sin embargo, el creyente tiene la respuesta: ¡Cristo Jesús! Puesto que “él es antes de todas las cosas”, puede mantenerlas en su lugar.
Supremo Señor de la Iglesia, vs: 18-19.
Ningún cristiano debe funcionar de manera independiente, y casi todos los mandamientos de las Escrituras para la vida cristiana son plurales, es decir, se entregan a todo el cuerpo de Cristo para que la iglesia pueda trabajar unida en estos temas, en vez de hacerlo como individuos aislados. Cristo como la cabeza guía a la iglesia, tanto de manera colectiva como individual, a vivir según la voluntad del Padre.