El Divorcio
Definición
DIVORCIO (גְרוּשָׁה, gerushah; כְּרִיתֻת, kerithuth; ἀποστάσιον, apostasion; ἀπολύω, apolyō; ἀφίημι, aphiēmi; χωρίζω, chōrizō). Disolución legal del matrimonio. En la Biblia al igual que en las culturas que generaron la Biblia, generalmente implicaba que el hombre terminaba su matrimonio con una mujer.
Etimología
Hay una serie de palabras en hebreo y griego que se traducen “divorcio” en las versiones de la Biblia en español. De la lista provista en la definición, solamente dos, כְּרִיתֻת (kerithuth) y ἀποστάσιον (apostasion), son sustantivos. Ambas se traducen como “certificado de divorcio” (Deut 24:1, Mat 5:31 NVI). Las palabras restantes son verbos cada uno de los cuales tiene connotaciones no necesariamente implicadas en su traducción como “divorcio”. La forma verbal en hebreo גְרוּשָׁה (gerushah) implica expulsar. En griego (ἀπολύω, apolyō) implica soltar o liberar. (χωρίζω, chōrizō) significa separar. (ἀφίημι, aphiēmi) implica echar o abandonar.
El divorcio en la Biblia
La mayoría de las ocasiones en que se menciona el divorcio en la Biblia tiene que ver con el código legal y su interpretación. Los sacerdotes levíticos tenían prohibido casarse con una mujer divorciada, o con una mujer que no fuera virgen (Lev 21:7, 21:14; también Eze 44:22). No obstante, la hija divorciada de un sacerdote tenía permiso para volver al hogar de su padre y comer de su comida (Lev 22:13). Estas dos reglas acerca de la familia de un sacerdote indican que el divorcio era considerado en alguna medida un estado impuro, pero no al extremo de que la mujer divorciada fuera echada de la sociedad completamente. Estas leyes también dan por sentado que se practicaba el divorcio. En Números, las mujeres divorciadas son responsables de cualquier juramento que hagan. A diferencia de la mujer casada o las hijas solteras que viven en la casa de su padre, los juramentos de las mujeres divorciadas no están sujetos a la aprobación de la cabeza masculina de la casa (Núm 30:9). Deuteronomio protege los derechos de la mujer, para evitar que un hombre que acuse falsamente a su esposa de no ser virgen en el momento del matrimonio, nunca se divorcie de ella (Deut 22:19). Sin embargo, si la acusación resulta cierta, la mujer debe ser apedreada a muerte (Deut 22:21). Si un hombre tiene sexo con una virgen y los descubren, el hombre debe pagar al padre y casarse con ella, y tampoco se le permite divorciarse de ella durante toda la vida (Deut 22:28–29). El primer marido no puede volver a casarse con la mujer de la que se divorció, después que ella se hubiere casado con otro hombre (Deut 24:1–4).
Jesús lleva el rechazo al divorcio a un argumento más literal. En el Sermón del Monte (Mat 5:31–32) y cuando los fariseos lo desafían a interpretar la ley (Mat 19:3–9; Mar 10:2–12; Luc 16:18), Jesús afirma que cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, salvo en un caso de falta de castidad.
En Mateo y Marcos los fariseos mencionan que el divorcio está permitido en la ley de Moisés (posiblemente Deut 24:1–4), pero Jesús les responde con Génesis, afirmando que con el matrimonio los dos se convierten en uno. Estos pasajes generan consideraciones interesantes. Primero, los pasajes en Deuteronomio que podrían ser los que los fariseos interpretaron como permiso para el divorcio, no designan situaciones en que el divorcio estaría permitido, sino más bien tratan sobre el nuevo casamiento después del divorcio. De hecho, en los pasajes de la Biblia hebrea relacionados con el divorcio, se da por supuesto el divorcio pero no se lo prescribe como una práctica en Israel. Segundo, el divorcio no es iniciado por la mujer en ese ni en ninguno de los pasajes discutidos hasta aquí. La implicancia es que la mujer carecía del derecho legal para divorciarse de su esposo. La postura dura que toma Jesús contra el divorcio se podría entender como una medida para proteger a las mujeres que quedaban expuestas a altos niveles de pobreza sin la tutela de un hombre, en el primer siglo.
En 1 Cor 7, Pablo escribe sobre el divorcio en términos más equitativos. Aunque todavía afirma que un hombre no debería divorciarse (ἀφίημι, aphiēmi) de su esposa, también indica que la mujer no debe separarse (χωρίζω, chōrizō) de su esposo. Evidentemente ambas partes tenían derecho a separarse, lo que había pasado a formar parte de la ley del Impero romano al mejorar los derechos de la mujer. (Treggiari, Roman Marriage, 442–443).
Pablo también le advierte a los creyentes (hombres y mujeres) que no se separen de su cónyuge que no es creyente. Pablo afirma que la santidad del creyente santificará toda la casa, y también tiene la esperanza de que al permanecer juntos, el cónyuge creyente pueda salvar al no creyente. Sin embargo, si el no creyente deja al creyente, no se debe responsabilizar al creyente por la separación (1 Cor 7:12–16). Las palabras de Pablo sobre el divorcio pueden estar indicando que había tensiones en las familias a partir de que algunos de los miembros comenzaban a seguir a Jesús mientras los demás seguían leales al estado y a los dioses de la casa.
Los debates en relación a la moralidad del divorcio surgen por los desacuerdos en la traducción de los textos bíblicos. Deut 24:1 contiene una extraña frase para la justificación del divorcio. La LBLA traduce la frase “porque ha encontrado algo reprochable en ella” pero el hebreo dice literalmente “porque halló en ella algo desnudo” (כּי־מָ֤צָא בָהּ֙ עֶרְוַ֣ת דָּבָ֔ר, ky-matsa’ vah erwath davar). “Algo desnudo” ha sido interpretado como órganos sexuales, actos vergonzosos, o en un sentido amplio cualquier defecto que pudiera avergonzar a un esposo (Fleming, “Christ and Divorce,” 106–107). En el Nuevo Testamento, este versículo es el que los fariseos pidieron a Jesús que interpretara. Mientras Marcos y Lucas afirman que cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra mujer comete adulterio, Mateo agrega una “cláusula de excepción” en 5:32 y 19:9. Otra vez, en el centro del debate está el problema de cómo traducir la palabra griega (πορνείᾳ, porneia). El Analytical Greek Lexicon de Friberg define porneia como:
1. cualquier tipo de relación sexual extramarital, ilícita o antinatural;
2. cuando se lo diferencia del adulterio, acto sexual extramarital, inmoralidad sexual, fornicación;
3. como sinónimo de adulterio;
4. metafóricamente como apostasía respecto de Dios mediante la idolatría.
Hay una palabra griega que significa “adulterio” con más precisión (μοιχεία, moicheia). ¿Por qué Jesús, en Mateo, utilizó el término más amplio πορνείᾳ (porneia)? Con la perspectiva del compromiso del matrimonio se explica el uso de πορνείᾳ (porneia), argumentando que Jesús se refiere al período de compromiso antes del matrimonio que se practicaba entre los judíos de la época del evangelio, y que cualquier inmoralidad sexual durante ese período hubiera constituido motivo para disolver el contrato. No obstante, después de celebrado el matrimonio, ya no había excepciones. Los defensores modernos de esa postura tienden a sostener opiniones conservadoras que no aprueban el divorcio (Jones, “The Betrothal View.”). Sin embargo, el sentido amplio de πορνείᾳ (porneia) abre la posibilidad de que Jesús, en Mateo, permitiera el divorcio en más instancias que simplemente por adulterio antes del matrimonio.
La reforma legal fue un aspecto importante de la Reforma Protestante. Los juristas luteranos incluyeron el adulterio, el abandono, el abuso, y la frigidez como motivos legítimos para el divorcio (Witte, “Between Sacrament,” 11). Al mismo tiempo, para Juan Calvino el divorcio estaba permitido solamente en el caso de adulterio (y posiblemente el “abandono malicioso”). Calvino considera que si la vida de una mujer está en peligro, tiene justificación para huir y disolver el matrimonio (Witte, “Between Sacrament,” 14–15).
Por otra parte, la Iglesia de Inglaterra se fundó posiblemente cuando el rey Enrique VIII necesitó no solamente el divorcio sino también casarse de nuevo. Desde entonces la Iglesia de Inglaterra ha tenido un historial de ser más o menos permisiva en cuanto al divorcio y al nuevo matrimonio (Woods, “Marriage after Divorce,” 345–347).
Entre el primer siglo y nuestro tiempo ha habido cambios dramáticos. La disponibilidad del control natal y el incremento de los derechos de la mujer son elementos a considerar en el contexto moderno (Woods, “Marriage after Divorce,” 344). La falta de claridad en la ley bíblica y su interpretación, combinada con dos contextos irreconciliablemente diferentes, produce en muchas comunidades religiosas de la actualidad ambigüedad y ansiedad en lo referente al divorcio. El libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida provee un ejemplo de esa tensión: “El plan de Dios es de un matrimonio fiel para toda la vida. La iglesia debe estar en la vanguardia de la consejería pre y postmatrimonial para crear y preservar matrimonios sólidos. No obstante, cuando una pareja casada se halla distanciada más allá de toda posible reconciliación, incluso después de profunda reflexión y consejería, el divorcio es una alternativa lamentable en medio de esa ruptura. Lamentamos las devastadoras consecuencias emocionales, espirituales y económicas del divorcio para todos los implicados y nos preocupan los altos índices de divorcio” (UMBOD, para. 161.II.D). Como en los casos en la Biblia, ahora damos por supuesto el divorcio, pero cada situación particular exige una interpretación propia en su contexto.
hay dos formas de ser compasivo y cariñoso en relación a un divorcio—no que puedas escoger una de las dos formas, sino que tienes que buscar hacer las dos. Una es estar presenta al lado de las gentes divorciadas mientras se lamentan y (cuando sea necesario) arrepienten, y estar a su lado a través de las transiciones dolorosas, e incluirlos en nuestras vidas, y ayudarlos a encontrar una manera de disfrutar el perdón y la fuerza para nuevos tipos de obediencia que Cristo obtuvo por ellos cuando él murió en la cruz y resucitó. Ésa es una forma de amar. Yo oro para que todos nosotros la busquemos. La otra forma de responder con cariño y compasión es manifestar un odio hacia el divorcio, y hacia el porqué está en contra de la voluntad de Dios, y hacer todo lo que bíblicamente podemos hacer para detenerlo.